lunes, junio 05, 2006

Fobias


No creo que haya alguien en este mundo que le tema a nada.. todos tenemos nuestros miedos y fobias. Algunos más a flor de piel que otros, pero de todas formas, los tenemos...
El otro día hablando con una compañera, me dijo algo en lo que jamás había pensado: todas nuestras fobias se relacionan con el miedo a la muerte...

¿Con el miedo a la muerte?a ver pensemos... Yo personalmente le tengo fobia a: los bichos (aunque a algunos nada más eso sí), a las alturas, a los lugares abiertos, a los lugares cerrados, etc, etc, etc...mejor no sigo nombrando para no quedar en vergüenza...

Pero analicemos:

A los bichos: puede relacionarse con la picadura, el veneno y, por ende, con la muerte.

A las alturas: uf! el miedo a caer y quedar desparramada en mil pedazos...Yo por ejemplo, lo relaciono mucho con las pasarelas... Las odio! porque siempre pienso que voy a caer en mitad de la carretera para terminar hecha papilla...

A los lugares abiertos: porque me dan un vértigo espantoso y una sensación de atropello avallasadora, pudiendo terminar en colapso nervioso y paro cardíaco...

A los lugares cerrados: fácil! miedo a la asfixia y a morir sola...

Para qué seguir nombrando ... pero sí! es cierto...
Quizás antes no entendía el por qué sufrimos tanto con todas estas obsesiones...ahora ya sé el por qué, y es que no hay miedo más grande que el que nos provoca el miedo a la desconocido.

Yo particularmente nunca he sentido un miedo evidente hacia la muerte, pero creo que todos tenemos el temor hacia eso desconocido que nos espera y ante lo cuál no tenemos escapatorias, y menos, certezas acerca de qué es lo que nos espera en el más allá...

Ese algo que cada cuál descubrirá en su momento final... por el momento nos quedan las incógnitas y sobretodo: miedo, el miedo a lo desconocido y el miedo a esos sentimientos que se nos revelan día a día (como las fobias) y que no hacen más que prepararnos para cuando estemos a punto de dejar este mundo y debamos abrir los ojos dentro de esa nueva realidad que nos está predestinada desde el momento en que nacemos.