jueves, enero 04, 2007

La Incomunicable Verdad

Alejandra Pizarnik


"Mucho más allá" (extracto)
Quisiera hablar de la vida
Pues esto es la vida
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados, este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
es que soy yo? verdad que sí?

Hace mucho tiempo y, por casualidad, supe de la existencia de Aleandra Pizarnik (1936 - 1972), escritora argentina que murió muy joven producto de un suicidio.
A pesar de haber muerto muy joven, dejó un legado literario sorprendente y de gran misterio y profundidad.
No quisiera extenderme en detalles de su vida, puesto que la idea es sólo mostrarles un poco de ella, para que quien se interese, se acerque a sus poemas, a su prosa, a sus relatos de humor y de sátira.. y en fin...a todo aquello a lo que dedicó su vida.
En mí ha calado un sentimiento muy especial, aún leo su prosa y me da miedo llegar al final por el vacío que deja el abandono de sus palabras.
Esas palabras en la que ella siempre buscó la comunicación de la verdad, como ya varios han dicho, pero que debido a la imposibilidad de poder encontrarla, la respuesta no fue más que desesperación, locura y un posterior final trágico que le quitó la vida.
A continuación, quisiera compartir un relato que me gusta bastante y que se titula:

"Aprendizaje":

- Admire sólo la ejecución de los muñecos - dijo.
Cuanto más los miraba, más fuerte era mi certidumbre de que nunca formularía, en mis poemas, signos iguales o parecidos a los que emitían esos muñecos. Y en verdad, ¿cómo comparar una paciente serie de pequeños actos con el impulso desenfrenado de la materia verbal errante?
- Ya no hay más nombres - dijo a la loca.
- Si se queda unos años en el hospicio, le enseñaré a hacer muñecos como estos - dijo.
¿Acaso es nada la vida? ¿por qué conceder tanto tiempo a tan inútil aprendizaje?
- No quiero quedarme - dije-. De lo que se llama la locura, he oído hablar, como todo el mundo, pero no basta querer estar loca.
Se señaló a sí misma.
_ No la abandone. No la deje sola.
Empezamos a llorar. Entro el médico. La señalé a ella y le dije:
_ Lo he dado todo y ahora me dejan sola.
Así aprendí cómo se hace un muñeco. Pero ustedes admiren sólo la ejecución de los muñecos.